PARQUE NATURAL DEL CAÑÓN DEL RÍO LOBOS.

La declaración en el año 1985 del Cañón del Río Lobos de parque Natural, incluyendo la localización de la ermita, no hizo más que complicar aún más las cosas. A día de hoy los intereses no compartidos y hasta enfrentados entre el obispo de Osma, la Diputación y los actuales propietarios de estas tierras (pueblo de Ucero, Nafría y Herreros) hacen que el futuro de estos parajes y de la flora y la fauna que lo habitan peligre. Parece que en este lugar las disputas que comenzaron hace más de 800 años aún no han terminado. Futuros e inciertos proyectos se ciernen sobre las tierras de este espacio protegido. Se hace necesaria la formación de algún tipo de comisión independiente a todos estas disputas para que actúe velando por el interés general del Parque Natural. A pesar de todos los documentos de los que tenemos noticias sobre la propiedad del señorío de Ucero por parte de otras personas en tiempos muy próximos a la desaparición de la Orden del Temple, la tradición afirma justo lo contrario, y “ni siquiera la ausencia de documentación puede negar la evidencia de la presencia de cabezas de templarios en los canecillos de la ermita, así como la acumulación de elementos que, si quiera por sus características, tienden a asimilar a este lugar la adscripción tradicional: figuras generales, toneles de vino, crucificados esquemáticos y signos pitagóricos”. Según palabras de Antonio Ruiz.

Es muy posible que alrededor del año 1300 aún existiera una comunidad de monjes-guerreros ocupando la ermita de San Bartolomé. Éstos, tras haber abandonado las tierras del señorío de Ucero, se retirarían el interior del Cañón para guardar  y vigilar uno de sus más preciados templos. No estaríamos hablando de muchos caballeros sino más bien de una élite de caballeros que velarían por la conservación del templo. Más aún si consideramos el lugar como un centro de aprendizaje para los miembros más importantes dela Orden. El apresamiento del Jacques de Molay, el último Maestre de la Orden del Temple, fue la causa última que debió causar la desaparición de esta comunidad de frailes en el cañón del Río Lobos. Tras el último intento de arrebatar estas tierras a la Mitra de Osma por parte del señor de Calatañazor, y ante el acoso y derribo de la Orden orquestados por Felipe el Hermoso, el ambicioso rey de Francia, y el papa Clemente V, hubieron de abandonar forzosamente el cuidado del templo y de los cultos o enseñanzas que allí se impartían, llevándose con ellos todos los secretos que conformaron su génesis y función.


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